Lucía Bermúdez
Su etimología procede de su origen mineral (petrus) y su apariencia aceitosa (óleum). Es un líquido viscoso, oscuro y  de densidad entre 0,75 – 1,05 g/ml. Su origen es la descomposición durante millones de años de la flora y fauna marinas en consecuencia de O2 y con la elevada presión y temperatura. Aparece impregnando rocas porosas entre estratos de roca impermeable, desde la superficie hasta miles de oxígeno, nitrógeno y azufre.

Su composición química es una mezcla de hidrocarburos desde el metano (CH4) hasta largas cadenas como los asfaltos y las parafinas. También posee pequeñas cantidades de oxígeno, nitrógeno y azufre.

Sus derivados son vitales para la vida diaria actual , el 70% de las necesidades energéticas actuales son cubiertas por los combustibles derivados del petróleo, además, forma parte de la composición de casi todos los objetos cotidianos.

Actualmente presenta un doble problema:  es un recurso limitado y sus implicaciones medioambientales y políticas son graves.

Las refinerías son las plantas industriales donde el petróleo crudo, poco útil, es sometido a procesos físicos y químicos para obtener los diferentes hidrocarburos que lo componen, es decir, para refinarlo. El principal proceso físico es la destilación que consiste en evaporar el petróleo y separar los distintos hidrocarburos que se condensan a temperaturas diferentes, los más pesados necesitan destilarse al vacío. El principal proceso químico es la descomposición térmica (cracking) calentando el crudo a grandes presiones y descomponiendo las moléculas de hidrocarburos.

La industria petroquímica, utilizando los hidrocarburos obtenidos: asfaltos, fueloil, aceites y lubricantes, gasóleo, queroseno, nafta, parafinas, gasolinas, disolventes, etc, elaborará gran cantidad de productos: fertilizantes, detergentes, plaguicidas, polímeros y productos farmacéuticos y alimenticios.

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